miércoles, 29 de mayo de 2013

Crisis, Signum y Homicidas hicieron vibrar El Sótano

Rosario. Fecha del evento: jueves 28 de marzo de 2013. La seguidilla de feriados era propicia para ir a ver bandas en vivo. Así que muchos no quisieron dejar pasar la oportunidad y se acercaron al local de Mitre y Córdoba para disfrutar de este show, conformado por exponentes metálicos de nuestra región y organizado por Asesinos de Mentes. A continuación la crónica del evento.

En primer lugar tocó Standard, agrupación oriunda de San Nicolás que realizó un tributo a System Of A Down. Si bien la música de los armenio-estadounidenses no me mueve un pelo, debo reconocer que los chicos de Standard le metieron mucha onda y ganas, además de tocar con clase. Por eso, teniendo en cuenta esto último, me atrevo a decirles: no se queden en esto nomás, escriban su propia historia muchachos.



Crisis


Pasada la medianoche, llegó el turno de Crisis, una de las bandas con mayor crecimiento y proyección de los últimos años. Siempre a la carga con su speed/thrash de raíz ochentera, abrieron el show con un tema nuevo para luego tocar las canciones que integran su EP “Bombas y Destrucción” (2013), a saber: “Criminal”, “Crisis”, “Bajo Tierra” y “Monstruo en la Montaña”.
Cuando parece que están llegando al tope de sus posibilidades, estos chicos logran sorprenderme concierto a concierto yendo un paso más allá: cada vez más precisos, cada vez más salvajes y filosos, cada vez más sueltos y seguros, adueñándose de cada centímetro del tablado, despertando una vez más esa vieja y mágica sensación de estar ante un escenario en llamas.
Además, Crisis también incluyó en su set temas de su primer demo “Rápido y Sucio”, como “Maten al Líder”, “Soldado Cobarde” y “Sin Límites”, además de ejecutar un par de covers: “Iron Fist” de Motörhead y “California Über Alles” de Dead Kennedys.
¿Les gusta el thrash metal clásico furioso y corrosivo? Háganme caso, vayan a ver a Crisis y compruébenlo ustedes mismos. Es una banda que todavía no tiene techo y la experiencia propia en directo vale más que cualquier reseña.



Signum

Ocupando el tercer lugar en la grilla, Signum se adueñó del escenario para ofrecer su propuesta de melodic death con ingredientes thrashers. Los nicoleños llegaban por primera vez a nuestra ciudad y basaron su repertorio en composiciones de su disco debut “Burn This Place” (2012).
Si bien el death metal melódico no es un estilo que particularmente me entusiasme o me llegue (salvo contadas excepciones), debo reconocer que Signum hace muy bien lo suyo, una prueba más de la calidad de músicos que hay en San Nicolás, que en este subgénero dio a uno de los exponentes más importantes del país: los recordados Demencia. Además de tocar sus propios temas, también hicieron un cover de Arch Enemy, ante un entusiasta público.




Esperaba con ansiedad saber de qué se trataba la propuesta de Homicidas. Llegó el turno de su debut en vivo, y la verdad que me topé con una interesante y filosa propuesta de thrash/death, directo y sin vueltas, buscando en todo momento la contundencia sin recurrir a ningún firulete. La banda está conformada por jóvenes músicos y también cuenta con un experimentado baterista en la retaguardia: Damián “Chipi” Pucheta, conocido en la escena local por su labor en Saque. Su repertorio estuvo basado mayormente en canciones incluidas en su EP debut “Osmio” (2013).
Si bien Homicidas menciona como influencias a grupos como Slayer, Sepultura, Destruction, Machine Head, Motörhead, Megadeth, Kreator, Pantera y Metallica, su música no suena como un calco de ninguna de estas agrupaciones, sino que ya se perfilan prestos a forjarse una identidad.


Por último, Warhead se encargó de cerrar la jornada, ofreciendo un tributo a la etapa más exitosa de Pantera (o sea, del quinto disco en adelante). A esa altura de la noche, consideré que ya había tenido suficiente. Dejé que el asfalto se apodere del movimiento de mis pies y que el aire de la madrugada impacte en mi rostro...

sábado, 4 de mayo de 2013

Jeff Hanneman (1964-2013). Los héroes se van marchando



Después de casi un par de días de acontecida la triste noticia, percibo que el hecho me invade, siento ese vacío que se suele sentir en estos casos. El jueves 2 de mayo Jeff Hanneman, uno de los guitarristas y miembro fundador de Slayer, murió de una insuficiencia hepática en un hospital del sur de California. Si bien todos sabíamos que hacía dos años que no tocaba debido a que luchaba por rehabilitarse de una fascitis necrotizante que sufría en el brazo derecho, producto de la picadura de una araña en 2011, este mortal desenlace resultó totalmente inesperado.




Pongo en mi estéreo el disco “Show No Mercy” (1983) y las palabras se desvanecen; esas bases, esos riffs, esos solos de guitarra endemoniados descargados por Jeff Hanneman y Kerry King, esa banda de chicos amantes de la NWOBHM que se devoraba el mundo, ubicándose a la vanguardia del naciente thrash metal, llevando un paso más allá el sonido, volviendo más extremo al heavy metal…





Pero no voy a ponerme a tirar palabras elogiosas ni datos biográficos que la mayoría conocen. No viene al caso. A partir de acá me pongo a escribir sin filtro, porque siento que debo hacerlo de esta manera para que tenga algún sentido.
Es que no solamente siento un dejo amargo de tristeza y esa extraña sensación de vacío, similar a la que sentí hace muy poco con el deceso de Clive Burr. Siento ira. ¿Contra quién? Contra muchos idiotas que uno, de rebote, termina leyendo en alguna red social, esos que uno deja pasar la mayoría de las veces, pero ya es tiempo de levantar un poco la voz. Me refiero a bienpensantes que escriben barrabasadas como: “la muerte de Hanneman es la consecuencia de beber cerveza como un desquiciado toda tu vida, en algún momento tu hígado fallará”.
Primero: ¿por qué mencionar ese juicio arrogante en este momento? ¿A qué pensamiento responden esas palabras? ¿Se sienten mejor consigo mismos sabiendo que toman solamente agua mineral y, por lo tanto, son “mejores personas” que Jeff?
Segundo: ¿y qué si así hubiese sido? Acá no importa si escabiaba o no, acá el punto es que falleció Jeff Hanneman!!!
Podría seguir escribiendo varias líneas más con respecto a esa mala gente, mamertos modernosos hechos y derechos que se la dan de superados y hacen bandera del “metal extremo”, sin siquiera comprender algo del heavy metal (¿quieren extremar algo que no tienen?). Gente de cuarta, mediocre y ruin, moralista en potencia. Gente que prefiero tenerla lejos, en lo posible sin ningún tipo de contacto.





Hecha la descarga los dejo con algo realmente noble que también circula en las redes sociales; me refiero a las palabras publicadas en la cuenta de Facebook de la legendaria banda Acid Reign, redactadas con muy buena leche por su vocalista Howard “H” Smith:

“Acerca de qué cosa es el metal...

Es una forma extrema de música. No mucha gente la logra, pero los que lo hacen, realmente la AMAN. Con frecuencia escuchás a la gente decir que ellos “aman” la música; los fans del heavy metal no sólo la aman, la viven. Ellos viajan kilómetros para ver bandas, cruzan océanos, vuelan alrededor del mundo, es más que música, es una hermandad. Los fans del metal pueden llegar a ser marginados y ridiculizados por sus gustos, algo que sólo sirve para hacer que la hermandad se afiance...
Entonces, en esta familia extendida, las bandas son los patriarcas, ellos son los únicos responsables de convocarnos a todos y reunirnos. Vos crecés con ellos, compartís con ellos tus mejores momentos y su música te ayuda a atravesar los peores momentos. Te reís, llorás, te emborrachás, sacudís tu cabeza, seguís con tu carrera y esperás envejecer junto a ellos.
Así que cuando un miembro de una banda muere, es como perder a un miembro de esa gran familia, como perder a una parte de tu infancia, ya que crecieron juntos y seguían siendo amigos. Se siente extraño el tener emociones tan fuertes y un sentimiento de pérdida por alguien a quién nunca conociste o te encontraste en persona, pero se siente de todos modos. Es potente, te recuerda tu propia mortalidad. Las cosas no se sienten como que volverán a ser iguales. Recordás los momentos que compartieron, la última vez que los viste y te encontrás con otros que sienten lo mismo.
Hoy la hermandad perdió a un miembro de la familia. Uno de los buenos muchachos. Jeff Hanneman. Le sobreviven su esposa Kathy, una hermana, dos hermanos, y millones de nosotros en todo el mundo que nunca lo olvidaremos.”